Por Javier Fuego Simondet, 18 Julio 2015
A las 9.53 de ayer, una sirena volvió a sonar frente a la sede de la AMIA, en Pasteur 633. Las lágrimas que invadieron ayer a los familiares de las víctimas del atentado se sintieron tan dramáticas como aquella mañana del 18 de julio de 1994.
El profundo dolor fue la sensación dominante, pero no la única en el acto que se realizó por los 21 años del ataque terrorista a la mutual judía. En los discursos de los oradores, las críticas y la bronca por la impunidad se impusieron. Se cuestionó el memorándum de entendimiento con Irán, se pidió compromiso con la causa AMIA a los candidatos presidenciales y, particularmente, se exigió el esclarecimiento de la muerte de Alberto Nisman, de la que hoy se cumplen seis meses (ver aparte).
La presencia de la hija mayor del fiscal, Iara, fue la nota saliente. Otro dato de importancia lo marcó la ausencia de las planas mayores de los gobiernos nacional y porteño.